La evasión fiscal en la industria de la energía verde
En un giro inesperado, las empresas que parecen haber eludido su responsabilidad fiscal no son las gigantes de Silicon Valley ni los magnates financieros de Wall Street, sino las firmas de energías renovables. Estas compañías, que han sido respaldadas por políticas como el Acta de Reducción de la Inflación, promovida por el presidente Biden, disfrutan de una cantidad significativa de subvenciones a la energía verde, que alcanzan más de un cuarto de billón de dólares en las últimas dos décadas.
Un informe reciente del Instituto Cato, elaborado por el experto fiscal Adam Michel, revela que estas subvenciones drenarán hasta 1.8 trillones de dólares del Tesoro en los próximos diez años. A pesar de ser descritas como industrias en pañales necesitadas de apoyo, las empresas de energías renovables parecen no haber madurado fiscalmente, pagando cerca de cero impuestos sobre la renta mientras se benefician de créditos fiscales y otros incentivos.
La ironía se encuentra en que mientras el presidente Biden aboga por un impuesto corporativo mínimo obligatorio del 15%, la industria de la energía verde está explícitamente exenta de este mínimo. Esta situación ha llevado a cuestionamientos sobre la efectividad y equidad de las políticas fiscales actuales, especialmente cuando se considera que la energía en Estados Unidos todavía depende en un 80% de los combustibles fósiles y la energía nuclear, dejando a la eólica y solar con menos del 10%.
La crítica no solo se dirige a la evasión fiscal percibida, sino también al rendimiento de estas inversiones. Con una gran cantidad de dinero público destinado a la
Este escenario plantea un desafío para las políticas fiscales y ambientales, donde el balance entre incentivar industrias emergentes y asegurar una contribución justa al erario público sigue siendo un tema de debate y ajustes constantes.
