La ciudad de Orenburg enfrenta una inundación histórica
El estruendo de las bombas de agua resonaba en las calles desiertas de la ciudad rusa de Orenburg el viernes, mientras la población atendía las advertencias oficiales de buscar refugio ante la ciudad inundada. La localidad de 550,000 habitantes, situada a unos 1,200 km al este de Moscú, lucha contra un
Se trata de la peor inundación que se ha visto en la región en casi un siglo. El río Ural, que atraviesa Orenburg, alcanzó los 11.43 metros el viernes, superando los 10.87 metros del día anterior. El alcalde Sergei Salmin calificó la situación de “crítica”. Imágenes captadas por drones mostraron gran parte de la ciudad convertida en un inmenso lago, con los techos de las casas emergiendo sobre las aguas marrones; al menos 12,000 viviendas han sido inundadas.
Para muchos en hogares bajos, poco se puede hacer para salvar sus pertenencias. “Todo inundado, todo perdido, todo”, comentaba Dmitry Dragoshantsev mientras caminaba por el agua que le llegaba a la cintura y que había arruinado su hogar en Viktoriya, una aldea cercana a Orenburg. Levantó su lavadora por las escaleras del sótano con ayuda de un vecino, intentando salvar lo que podía.
Otro residente, Vyacheslav, se sentó en una lancha motorizada contemplando su casa de dos pisos parcialmente sumergida. “A juzgar por los niveles del agua, todos los muebles, algunos electrodomésticos y materiales de decoración interior están arruinados”, dijo. “Es una cantidad colosal de dinero”.
Un refugio local para animales se encontró albergando a más de 350 animales, una mezcla de callejeros y mascotas familiares dejadas por propietarios que huían hacia terrenos secos. “Somos como el Arca de Noé”, dijo la directora del refugio Yulia Babenko a Reuters, con filas de jaulas llenas de gatos detrás de ella. Voluntarios de otras regiones rusas han organizado ayuda para los animales, pero Babenko comentó que hasta ahora ha recibido poca asistencia por parte de las autoridades.
En otro distrito de Orenburg, las calles se habían convertido en ríos rápidos. Las bombas de agua rugían fuera de una clínica médica ahora vacía cuyos muebles se habían apilado para mantenerse secos. La directora Svetlana Sudareva dijo que había intentado prepararse para el desastre, dando de alta a pacientes, cancelando citas próximas y retirando equipos médicos importantes. “Nos movilizamos a tiempo”, dijo. “Creo que todo se va a recuperar. Y creo que nosotros, después de las medidas epidemiológicas – espero que también nos recuperemos”.