El Turismo de Camping en Chipre: Entre la Calidad y la Destrucción Ecológica
La Subsecretaría de Turismo de Chipre está trabajando arduamente para mejorar la calidad de los hoteles locales y lugares de entretenimiento, tanto en términos de infraestructura como de servicios. Paralelamente, promueve el desarrollo del turismo de camping de manera organizada en zonas no residenciales, con la condición de que los campings se establezcan en áreas boscosas o en terrenos a ser forestados por los desarrolladores del proyecto.
Los sitios de campamento deben cumplir con ciertas limitaciones y requisitos, como la existencia de una planta de tratamiento de aguas residuales, electricidad y otros servicios públicos, además de contar con estacionamiento, cercado perimetral y seguridad, incluyendo una puerta de acceso. Estos campings, que he mencionado en artículos anteriores, incluyen tiendas de estilo yurta mongola y tiendas beduinas típicas del desierto árabe.
La demanda por vacaciones de aventura en lugares remotos es creciente, con alojamientos disponibles desde bosques hasta desiertos aislados, e incluso en el Polo Norte. Proyectos similares han sido identificados en Internet en países como Ghana, Kenia, Sudáfrica y Jordania. En Chipre, este tipo de alojamiento tipo “favela” se encuentra en lugares como la playa del Gobernador, la plaza Troodos y cerca del Monasterio Trooditissa, aunque en menor medida en zonas costeras como Polis cerca de Latchi.
Desafortunadamente, estos campings se desarrollan de manera desordenada y suelen ser decepcionantes. A pesar de las restricciones estipuladas, existe el temor de que grupos de presión y políticos busquen flexibilizar las normativas, lo que podría llevar a una mayor destrucción ecológica. Se prevé que estos “campings turísticos” se ubiquen principalmente en la región de Troodos, con el riesgo potencial de tala de pinos y otras especies arbóreas.
El camping en tiendas es popular entre los jóvenes locales, pero ha habido incidentes de fiestas nocturnas que terminan en crímenes y actividades no reguladas que provocan incendios forestales. A pesar de ejemplos internacionales exitosos como las unidades tipo iglú en Alaska o Borneo, este tipo de proyectos son poco adecuados para un Chipre densamente desarrollado.
Para mitigar los impactos negativos, se propone agregar requisitos adicionales como un área mínima del sitio de 130,000 m², mantenimiento de la vegetación existente bajo supervisión del Departamento Forestal, equipos permanentes de protección contra incendios y garantías bancarias por parte de los operadores para cubrir posibles daños ambientales.
Las iniciativas para construir alojamientos alternativos como las yurtas han sido canceladas tras intervenciones comunitarias. La experiencia turística no debe comprometer el entorno natural; alternativas como estancias hoteleras con visitas organizadas a establecimientos agrícolas podrían ser una solución más sostenible.
En lugar de apostar por desarrollos cuestionables, Chipre podría ofrecer actividades culturales y gastronómicas como sesiones de cocina local o vendimia en bodegas, siguiendo el ejemplo exitoso de hoteles en Samos. La viabilidad financiera dudosa podría ser el freno definitivo para estos proyectos de camping, permitiendo así explorar opciones más respetuosas con el medio ambiente y rentables para el sector turístico.
