El Punto Muerto en la Búsqueda de Terreno Común en Chipre
La búsqueda de terreno común que facilite la reanudación de las conversaciones sobre el problema de Chipre sigue siendo esquiva para María Ángel Holguín, enviada personal del Secretario General de la ONU. Tras las reuniones separadas del pasado miércoles con los líderes de las comunidades de la isla, Holguín expresó un cierto nivel de frustración y una admisión tácita de que sus esfuerzos no estaban dando frutos.
Aunque calificó su encuentro con el Presidente Christodoulides como “muy constructivo”, Holguín prefirió enfocarse en sus interacciones con grupos de la sociedad civil y el sector privado. Su impresión fue que “todos quieren avanzar” y “que algo suceda en la isla”. Manifestó su esperanza de que “los líderes estén escuchando al pueblo, a la sociedad civil”, subrayando que cree que “es responsabilidad de los líderes”.
La enviada sugirió que el
El líder turcochipriota, Ersin Tatar, adopta una postura desafiante respaldado por Ankara, y mientras esto siga así, no escuchará ni a los activistas de la sociedad civil ni a los partidos de oposición. Si Ankara cambia su línea, él también lo hará. Por su parte, Christodoulides, gracias a la postura intransigente de Tatar, puede permitirse hacer declaraciones positivas y pedir la reanudación de las conversaciones desde donde se detuvieron en 2017.
La ironía reside en que hay un respaldo público más fuerte para un nuevo proceso en el norte, donde Tatar se niega a ceder, que entre los grecochipriotas, cuyo líder parece mucho más dispuesto a volver a la mesa de negociaciones. Esto se debe a que un número considerable de turcochipriotas ve en la solución la única forma de limitar –si no terminar– con la dominación total de Ankara en el norte. En contraste, los grecochipriotas tienen su República reconocida y miembro de la UE, y la mayoría ha descartado el territorio ocupado; hay poco incentivo para aceptar el riesgo de un compromiso.
Este es el motivo por el cual cualquier nuevo proceso debe ser impulsado por los dos líderes, y es en esto en lo que deberían centrarse los esfuerzos de Holguín. Sin embargo, esto es más fácil decirlo que hacerlo, considerando que ninguno parece tener la voluntad política necesaria para asumir tal responsabilidad. Tatar se mantendrá firme mientras Turquía se lo permita, mientras que Christodoulides continuará dando servicio de labios para la reanudación de las conversaciones sin intentar pasos prácticos que tengan un costo político para hacerlo realidad.
El problema para Holguín es que ambos líderes están en sus respectivas zonas de confort y parecen felices de permanecer allí hasta que ella finalmente concluya que no se pudo encontrar un
El tiempo se agota y depositar esperanzas en la sociedad civil parece más un acto de desesperación que una forma viable de avanzar.