En el ámbito de la fiscalidad internacional, los impuestos sobre el patrimonio han sido un tema recurrente y controvertido. Países como Colombia, Noruega, España y Suiza aún mantienen estos impuestos, mientras que otros, como Alemania y los Países Bajos, los han declarado inconstitucionales o en violación de las leyes europeas.
El Impacto de los Impuestos sobre el Patrimonio
Los impuestos sobre el patrimonio generan una doble o incluso triple imposición. Por ejemplo, en España, la combinación de impuestos sobre la renta del capital y el patrimonio neto resulta en tasas impositivas marginales que superan el 100%. Esto implica que todo el rendimiento real de la inversión es absorbido por los impuestos, reduciendo el valor real del patrimonio de las personas.
Además, estos impuestos desincentivan el emprendimiento y la innovación. Un impuesto sobre el patrimonio reduce los salarios, destruye empleos y disminuye el stock de capital. Todos los grupos de ingresos se ven perjudicados debido a la disminución de la actividad económica.
Desafíos Legales y Económicos
En 1997, el Tribunal Constitucional Alemán declaró inconstitucional el impuesto sobre el patrimonio. En 2021, la Corte Suprema de los Países Bajos falló que su sistema de impuestos sobre el patrimonio violaba las leyes europeas. En 2023, los gobiernos regionales de Madrid, Andalucía y Galicia apelaron el nuevo “impuesto de solidaridad sobre el patrimonio” ante el Tribunal Constitucional Español.
Estos impuestos también generan altos costos administrativos y provocan una fuga de capitales y personas adineradas hacia jurisdicciones vecinas. Por ejemplo, tras un aumento del 1% en el impuesto sobre el patrimonio en Noruega, muchos individuos de alto patrimonio neto abandonaron el país. En 2023, tras la introducción del nuevo impuesto de solidaridad en España, Portugal extendió su régimen fiscal para no residentes.
Recaudación y Eficiencia
Los impuestos sobre el patrimonio representan una pequeña parte de los ingresos fiscales. En 2022, los ingresos fiscales provenientes de estos impuestos oscilaron entre el 0.19% del PIB en España y el 1.19% del PIB en Suiza. Incluso un pequeño aumento en la tasa del impuesto sobre el patrimonio puede llevar a una fuga de capitales significativa.
Un acuerdo global sobre un impuesto neto sobre el patrimonio es altamente improbable, ya que requeriría que un número crítico de países firmara el acuerdo, incluyendo Suiza, donde los contribuyentes deben aprobar cualquier aumento de impuestos.
En resumen, aunque los impuestos sobre el patrimonio pueden parecer una solución tentadora para reducir la desigualdad de riqueza, su capacidad limitada para generar ingresos y su impacto negativo en la actividad empresarial, el ahorro, la innovación y el crecimiento a largo plazo deberían hacer que los responsables políticos consideren su abolición en lugar de potenciarlos.