El ex presidente Donald Trump ha expresado su apoyo a reducir la tasa de impuestos corporativos al 15% desde su nivel actual del 21%, una medida que el senador JD Vance se opuso hace dos meses antes de convertirse en el compañero de fórmula de Trump. Esta diferencia refleja las dificultades para reconciliar sus ideologías, dando a las empresas estadounidenses un poco de latigazo cervical. El republicano de Ohio ha forjado una imagen como un populista económico dispuesto a confrontar a Wall Street y otros titanes de la industria, lo que ha inquietado a algunos directores ejecutivos.
Trump y Vance: Diferencias en la Política Fiscal
“Me gustaría bajarlo al 15 [por ciento], si pudiéramos, porque eso nos pondría en el nivel más bajo en términos de incentivos”, dijo Trump a Bloomberg Businessweek en una entrevista publicada el martes. También mencionó que estaría de acuerdo con una tasa corporativa del 20% por “razones de simplicidad”. Esto contrasta con la resistencia de Vance a reducir aún más la tasa de impuestos corporativos. “Estamos más o menos en línea con la OCDE en este momento”, dijo Vance a Semafor a principios de mayo, refiriéndose a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. “No creo que necesitemos reducir más la tasa de impuestos corporativos”.
Los portavoces de la campaña de Trump y de la oficina del Senado de Vance no respondieron de inmediato a una solicitud de comentarios. Mientras tanto, algunos republicanos insisten en que no hay diferencias entre Vance y Trump, a pesar de la reputación del senador por desafiar la ortodoxia del partido en temas económicos. “El presidente Trump tiene una plataforma… las dos principales cosas son la desregulación y los recortes de impuestos”, dijo Kevin Hassett, un ex asesor económico de la Casa Blanca de Trump, a Fox Business. “El senador Vance está 100% a bordo con la agenda de Trump”.
En resumen, mientras Trump busca atraer a las corporaciones con una reducción significativa en los impuestos, Vance parece más cauteloso, prefiriendo mantener el statu quo actual en línea con los estándares internacionales. Esta divergencia subraya las complejidades y desafíos que enfrentan ambos al intentar unificar su mensaje económico, especialmente cuando se trata de ganar el apoyo tanto del electorado como del sector empresarial.