En Chipre, a pesar de que las últimas estadísticas mostraron una inflación menor a la esperada y por debajo del promedio objetivo del 2% de la Eurozona, lo que podría justificar una reducción en las tasas de interés, la situación para los consumidores sigue siendo crítica. La “economía real” sufre mientras pequeñas y medianas empresas cierran casi a diario, incapaces de hacer frente al aumento de los costes de electricidad y combustible, este último en ascenso debido al incremento en los precios mundiales del crudo.
Mientras tanto, las pequeñas empresas continúan pagando una larga lista de tasas locales e impuestos que no parecen disminuir, a pesar de los esfuerzos desesperados de los alcaldes entrantes por hacer promesas a cambio de votos. Por otro lado, la asociación de consumidores ha señalado que el Ministerio de Energía no es transparente en cuanto a la explicación de la compleja fórmula que determina los precios del combustible en las gasolineras. Según la asociación, si se hubiera dado a conocer parte de esta información no confidencial, los precios del combustible podrían haber sido entre 3 y 4 céntimos por litro más bajos durante el período de octubre a diciembre.
No solo el precio del “oro negro” es una carga para el consumidor y los hogares en general, especialmente cuando los comerciantes trasladan el mayor costo a los precios al por menor de bienes y servicios. Ahora, incluso el precio del aceite de oliva ha subido un 54% durante el último año, con un aumento adicional del 3.4% solo en febrero.
Algunos otros bienes y servicios ayudaron a reducir el índice de precios al consumidor, permitiendo que la inflación se mantuviera controlada, pero al final del día, ciertos precios permanecen rígidos y en constante subida de precios, ya que no hay una competencia saludable en varios sectores de la economía chipriota.
Incluso el programa “fotovoltaicos para todos”, aclamado por el ministerio de energía como el único salvador de la economía (a pesar de la lentitud del ministerio en importar gas natural más barato para producir electricidad), tiene sus fallos, ya que muchos hogares que luchan por reducir su consumo energético están siendo castigados por no poder invertir en electrodomésticos de bajo consumo.
En otras palabras, los precios continuarán en aumento, el costo de administrar un negocio o mantener un hogar promedio se volverá aún más prohibitivo y la administración actual se niega a introducir más medidas de apoyo al creciente número de personas vulnerables porque dice que está tratando de mantener una política fiscal sólida.
Quizás, no otorgar salarios generosos y múltiples pensiones a políticos y funcionarios públicos no merecedores sería una política fiscal más sabia.
Hasta entonces, continuaremos caminando al trabajo y bebiendo más agua, cuyo precio, por ahora, aún no ha alcanzado niveles exorbitantes.