Este artículo fue producido para la Red de Reportajes Locales de ProPublica en asociación con The Seattle Times. Suscríbase a Dispatches para recibir historias como esta tan pronto como se publiquen.
Promesas de Empleo
En 2010, mientras el país aún se recuperaba de la peor crisis económica desde la Gran Depresión, empresas tecnológicas, desarrolladores inmobiliarios y grupos de presión rurales acudieron al Capitolio del estado en Olympia, Washington, para presionar por una exención fiscal para centros de datos. Los defensores argumentaron que rechazarla significaría perder empleos bien remunerados, a largo plazo y respetuosos con el medio ambiente en partes rurales de Washington.
Los legisladores estatales aprobaron casi unánimemente la exención especial y han mantenido los beneficios fluyendo hacia la industria desde entonces. Sin embargo, la exención fiscal se ha desviado de sus promesas originales, y el estado no ha examinado completamente si los sacrificios valieron la pena, según una profunda investigación de archivos legislativos, divulgaciones fiscales públicas y datos de servicios públicos realizada por The Seattle Times y ProPublica.
Expansión Incontrolada
La demanda de electricidad de la industria de centros de datos está creciendo tanto que podría amenazar los esfuerzos de Washington para transitar hacia una red eléctrica libre de carbono. La premisa original del incentivo fiscal para centros de datos en Washington era llevar empleos tecnológicos y verdes a comunidades rurales como Quincy, en el condado de Grant. Pero ahora la exención fiscal puede aplicarse a centros de datos en el centro de Seattle, así como en áreas rurales.
El requisito de cuántas personas debe contratar una empresa se debilitó rápidamente. Un programa modesto para una industria emergente en áreas rurales en dificultades se convirtió en una de las mayores exenciones fiscales corporativas en Washington, disponible incluso para empresas tecnológicas en el centro de Seattle.
Consecuencias No Intencionadas
Una auditoría estatal publicada hace siete años encontró que, basándose en el número de beneficiarios de la exención fiscal en ese momento, los centros de datos podrían eventualmente cumplir con el requisito de empleos contratando colectivamente a tan solo 260 trabajadores. El costo anual promedio para el estado en ese momento se proyectaba en $53.3 millones entre 2015 y 2019.
Esta exención fiscal ahora eclipsa el total combinado de lo que el estado otorga a todos sus programas aeroespaciales menguantes, incluidos los de Boeing, quitando más de $117 millones en 2023, según la información proporcionada por las empresas al Departamento de Ingresos del estado. El total acumulado desde 2018 es más de $474 millones.
Más del 65% de los ahorros desde 2018 han ido a Microsoft, una empresa con ganancias netas reportadas de $72.4 mil millones el año pasado. La empresa dijo en un comunicado por correo electrónico que la exención fiscal para centros de datos de la que se beneficia “se alinea con las intenciones de los legisladores”.
El Debate Continúa
Los defensores de la exención fiscal, incluidos los sindicatos de oficios de la construcción, sostienen que la industria de centros de datos generó nuevos ingresos por impuestos a la propiedad para los condados rurales y creó suficiente trabajo para miles de electricistas y constructores para impulsar la economía de toda la región. Washington ocupó el décimo lugar en el país por el número de centros de datos en cada estado a partir de julio, según la firma de investigación Baxtel.
El ex senador Phil Rockefeller, D-Bainbridge Island, uno de los pocos legisladores que votaron en contra del incentivo fiscal original para centros de datos, dijo a The Times y ProPublica que es muy difícil poner fin a las exenciones fiscales en el estado una vez que comienzan. Los argumentos de los grupos de presión son demasiado difíciles para que los legisladores los ignoren.
“Siempre habrá un grupo profesional de cabilderos que vendrán y dirán: ‘Están yendo contra nosotros, nos están discriminando o van a dañar su relación con nosotros y podríamos irnos a otro lugar'”, dijo Rockefeller.
