El impacto de la sal en el microbioma intestinal
Desde tiempos inmemoriales, la sal ha sido un elemento central en la conservación y procesamiento de alimentos. Su habilidad para regular el crecimiento bacteriano ha sido fundamental en el desarrollo de alimentos fermentados, desde el chucrut hasta el salami. Sin embargo, en la actualidad, su presencia excesiva en dietas altamente procesadas está generando preocupación entre los expertos en salud.
El consumo excesivo de sal, específicamente el cloruro de sodio añadido a muchos alimentos procesados, no solo está asociado con la hipertensión arterial, sino también con un mayor riesgo de ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y otras enfermedades como el cáncer de estómago y colon, la enfermedad de Ménière, la osteoporosis y la obesidad.
Recientes investigaciones señalan que la sal podría incrementar la presión arterial al alterar el microbioma intestinal. Altos niveles de sal pueden “envenenar” a los microbios saludables, disminuyendo los metabolitos clave que producen a partir de la fibra, los cuales contribuyen a disminuir la inflamación en los vasos sanguíneos y a mantener una presión arterial reducida.
La Organización Mundial de la Salud recomienda un consumo menor a 2,000 miligramos diarios para un adulto promedio, pero el promedio global supera esta cantidad, aumentando potencialmente el nivel de sal en el microbioma intestinal por encima de los niveles saludables.
Las dietas ricas en sodio están significativamente vinculadas a trastornos metabólicos, incluyendo el aumento de azúcar en sangre, la enfermedad del hígado graso y el aumento de peso. Además, se sugiere que el sodio incrementa los antojos, especialmente cuando se combina con azúcares simples y grasas no saludables, estimulando los centros de recompensa del cerebro y comportamientos adictivos hacia la comida.
A nivel mundial, se están implementando iniciativas para reducir el consumo de sal, aunque en muchos lugares este sigue en aumento. En Estados Unidos, por ejemplo, la reducción dietética de sal se ha quedado rezagada, mientras que en Europa ya se observan beneficios como la disminución de la presión arterial y una reducción en las muertes por enfermedades cardíacas gracias a iniciativas como el mejor etiquetado del contenido de sal en los paquetes, la reformulación de alimentos para limitar la sal e incluso impuestos a la misma.
Para cuidar del microbioma, se recomienda limitar el consumo de alimentos altamente procesados y optar por aquellos bajos en sodio añadido y azúcares, ricos en potasio y fibra como las legumbres, frutas y verduras. Se debe considerar también el balance entre el sodio y el potasio en la dieta.
Christopher Damman es Profesor Asociado de Gastroenterología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington. Este artículo se ha republicado desde The Conversation bajo una licencia Creative Commons.