El debate sobre los recortes fiscales y el gasto en el presupuesto federal
En el escenario político actual, las políticas fiscales del presidente Biden están generando un intenso debate. Recientemente, un artículo del The New York Times ha destacado la paradoja de las promesas del presidente de aumentar los impuestos corporativos frente a los recortes fiscales que, según el medio, ha implementado en general. Sin embargo, esta perspectiva merece un análisis más detallado.
La realidad es que muchas de las medidas etiquetadas como recortes fiscales son en esencia incrementos en el gasto. Por ejemplo, el crédito tributario por hijos, parte del American Rescue Plan, se presenta como un corte de impuestos de $110 mil millones. Pero al ser un crédito reembolsable, aquellos que no tienen obligaciones fiscales reciben el monto completo, lo que en realidad se traduce en un desembolso gubernamental.
De hecho, el efecto de desembolso del crédito por hijos representa $89 mil millones, o el 80% del impacto total. Solo un 20% podría considerarse, quizás de manera accidental, como una disminución de impuestos. Lo mismo ocurre con los créditos fiscales mejorados para primas de seguros (subsidios de Obamacare) incluidos en la Ley de Reducción de la Inflación, que son en su totalidad gastos directos.
Además, el presidente propone en su presupuesto federal elevar los impuestos al 20.3% del PIB y sugiere niveles récord de gasto. Estas cifras superan cualquier periodo de diez años en la historia del sistema tributario moderno de Estados Unidos.
Este enfoque presupuestario plantea preguntas importantes sobre cómo se deben registrar los impactos proyectados de un crédito tributario reembolsable. Actualmente se intenta anticipar la parte que corresponde a la reducción de ingresos y la restante se refleja como un aumento en los desembolsos. Algunos proponen mostrarlo enteramente como recortes fiscales, lo cual podría ser engañoso. Tal vez sería más acertado considerarlo completamente como gasto, dado el compromiso del gobierno de realizar los pagos independientemente de los ingresos fiscales.
Independientemente del tratamiento presupuestario, es claro que las propuestas fiscales del presidente se desligan de la realidad económica y sus inclinaciones de gasto no toman en cuenta los niveles actuales de la deuda federal.