La narrativa de moda en busca de inclusión y responsabilidad
La industria de la moda, conocida por sus narrativas aspiracionales y atractivas, está experimentando un cambio hacia una narrativa de moda más inclusiva, relevante y responsable. En el corazón de este cambio se encuentra la necesidad de contar historias que no solo vendan prendas, sino que también difundan mensajes positivos sobre temas que nos afectan a todos.
Un ejemplo destacado fue el desfile de Stella McCartney en París en 2020, donde modelos disfrazados de animales caricaturescos resaltaron el compromiso de la marca con el planeta, al evitar el uso de cuero, pieles y otros materiales de origen animal. Sin embargo, la realidad es que muchas veces la narración de moda impulsa el sobreconsumo y perpetúa estándares de belleza excluyentes.
Los informes de la industria señalan que la narración de moda gana protagonismo a medida que las marcas buscan demostrar su responsabilidad social, forjando relaciones más profundas con los consumidores. Estos últimos buscan experiencias significativas que les permitan explorar sus identidades y conectarse con otros, y la moda es el medio ideal para ello, especialmente en tiempos de inquietud social y política.
El reporte “The State of Fashion 2024” del Business of Fashion vincula la importancia creciente de la narrativa con consumidores que exigen autenticidad y capacidad de relacionarse. Las personas desean comprar marcas que compartan y apoyen sus valores, siendo la Generación Z, nacida entre 1996 y 2010, la más interesada en alinear sus elecciones de estilo de vida y creencias con las empresas que los visten.
La creciente prominencia de la narrativa en la moda también está ligada a la influencia global de la industria y su correspondiente responsabilidad social. Organizaciones como la ONU enfatizan que la industria de la moda solo ayudará a abordar los desafíos globales subrayados por Covid si utiliza su influencia para cambiar la mentalidad de los consumidores.
El Consejo Británico de la Moda, en su informe sobre Diversidad, Igualdad e Inclusión en la Moda, publicado en enero de 2024, destaca el “colosal poder de influencia” de la moda para guiar tendencias sociales. De manera similar, el Playbook de Comunicación de Moda de la ONU insta a la industria a usar su alcance cultural y rol educativo para promover una industria más sostenible y equitativa.
La campaña Move to Zero de Nike es un ejemplo de cómo la industria puede comenzar a cambiar el contenido y la forma de las historias que cuenta, alentando cambios pequeños pero significativos que alinean el ciclo de vida del producto con la vida cotidiana del consumidor.
A pesar de estos esfuerzos, algunas de las narrativas más poderosas y dañinas de la moda están profundamente arraigadas. La persistencia de actitudes centenarias es evidente incluso en iniciativas bien intencionadas como Move to Zero. Sin embargo, reconocen que la moda funciona a través del alto consumo y el sentido de estatus que confiere poseer y usar una marca.
Para un cambio efectivo, se necesita una narrativa más audaz que critique las nociones de normalidad, aceptabilidad e inclusión. Avavav es un ejemplo con su compromiso con la “libertad creativa impulsada por el humor, el entretenimiento y la evolución del diseño”. Su desfile en Milán concluyó con modelos siendo atacados con basura, una actuación experimental que llamó la atención sobre el daño del discurso de odio en línea.
Está claro que una narrativa convincente e innovadora tiene el poder de cambiar mentes y comportamientos. La industria de la moda está en un punto crucial donde puede elegir contar historias que no solo vendan ropa, sino que también fomenten una sociedad más inclusiva y responsable.
